Una versión abreviada de este texto se publicó en La Nación el 13 de septiembre de 2012 en La Nación.
Todos los medios de comunicación tradicionales atraviesan hoy profundos procesos de transformación causados por los cambios en los hábitos de consumo cultural de las audiencias y de la masificación del uso de Internet y su creciente ancho de banda. «Hoy las radios tienen que pensar su dimensión digital, su oferta mobile , sus aplicaciones, su presencia en las redes sociales y, por lo tanto, su producción de contenidos trasciende el sonido para integrarse con el mundo multimedia», explica María José Müller, profesora e investigadora especializada en radio de la Universidad Austral, donde coordina el posgrado en Gestión de Contenidos de Radio.
– ¿Cómo ves a la radio argentina hoy en términos tecnológicos, regulatorios, de contenidos, de viabilidad económico-financiera, etc?
– La radio argentina hoy está viviendo un proceso de transformación producto de la revolución digital, que la ha obligado, una vez más, a repensarse. Primero, a partir del streaming pero hoy, sobre todo, con la complementariedad entre los contenidos de la radio tradicional y los de la radio online y digital. Además, cambió mucho el consumo a partir de la radio multiplataforma (se escucha en los teléfonos, la PC, ipod, mp4, etc.), se diversificó la oferta y estos cambios impactaron en la producción de contenidos. Hoy, las radios tienen que pensar su «dimensión digital», su oferta mobile, sus aplicaciones, su presencia en las redes sociales y, por lo tanto, su producción de contenidos trasciende el sonido para integrarse con el mundo multimedia. La radio hoy ya no es el medio tradicional que empezó sus transmisiones regulares en 1920 de manera casi simultánea en el mundo entero. Es sonido como contenido central, integrado con imágenes, videos, redes sociales. La radio argentina hoy también avanza hacia la radio «on demand», que no sólo ofrece el menú del día, el que se consume en tiempo real y cronológico, sino el menú «a la carta», con un consumo atemporal, donde el usuario decide qué, cuándo y cómo. Las páginas web de las emisoras están más cerca de ser portales de contenidos que una plataforma para la difusión de la radio tradicional.
El gran debate, que algunos consideran que no tiene sentido plantear en este contexto, es cómo distinguir qué es radio de lo que no lo es. Yo soy de las que cree que no tiene sentido estudiar la diferenciación entre dónde sigue estando el medio tradicional y dónde no sino que hay que asumir los cambios y hacerlos propios sin pretender definiciones que quizá hoy no son necesarias.
En cuanto a lo regulatorio la Argentina arrastra un problema histórico, tiene allí una cuenta pendiente que llevará tiempo resolver, incluso con la sanción de una nueva ley de medios. En primer lugar, en nuestro espectro hay tantas radios ilegales como legales. En las zonas urbanas, sobre todo Capital Federal, el espectro está saturado, las interferencias son constantes y no hay espacio para más frecuencias. Ese es uno de los motivos por lo que la ley de medios, en lo referente a la radio y a su expansión hacia sindicatos, ONGs, universidades, se vuelve impracticable. A las emisoras locales, de baja potencia, comunitarias, rurales, de frontera, les resulta muy difícil ser legales en cuanto al cumplimiento de las reglas de funcionamiento de cualquier emisora: exigencia de locutores matriculados en turnos de 6 horas, operadores matriculados, requisitos en referencia al tiempo y a las menciones de la publicidad, etc. Es decir, las reglas están fijadas de tal modo, y se quedaron tan atrás en el tiempo, que resultan una invitación al incumplimiento.
Hay un acuerdo tácito entre el ente regulador y muchas emisoras comunitarias, locales, educativas, para que funcionen a pesar de no cumplir con la ley vigente. Si así lo hicieran, la mayoría de las emisoras del interior del país no podrían existir. Hay un vacío regulatorio en el sector de la radio, quizá aún más serio que el que existe en el sector audiovisual, sobre todo porque poner una radio y sostenerla es más fácil y económico y, sin controles, es una oportunidad aún mayor para concretarlo.
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