Apostando a los contenidos, Telefónica Argentina ya lanzó sus servicios On Video (alquier de películas y series), Movistar E-Books (venta de libros digitales) y Sonica (junto con Terra, que también ofrece su servicio de streaming de video gratuito, Terra TV). Telecom Argentina, en cambio, prioriza sus ofertas desde el lado del transporte: Internet fija + móvil, Internet por un peso, etc.
En tanto, Jorge Fontevecchia, en una columna sobre la visita de la SIP, advirtió: «El problema de empresas de medios que derivan o son adquiridas por grupos enormes y diversificados, que terminan desnaturalizando su misión como productores de contenidos para transformarse en herramientas de lobby o presión política, es mundial y lleva varios años».
En México, Televisa (la madre de la industria de las telenovelas) empieza a dar telefonía fija e intentó incluir en su oferta, la telefonía celular. En Brasil, Globo (tal vez la principal razón por la cual Brasil es el único país con balanza comercial superavitaria en bienes culturales -TV, cine, revistas, libros…-) se volcó también a la oferta de conectividad de banda ancha. En la Argentina, las cooperativas de telecomunicaciones y eléctricas están autorizadas por la ley de medios a incluir televisión paga en su oferta y la misma ley las obliga a tener un canal propio.
Hablando de legislación: en Argentina, sigue rigiendo la separación (supuestamente) estricta entre telecomunicaciones y radiodifusión. De hecho, tenemos dos leyes: una de medios audiovisuales y otra de telecomunicaciones (a propósito, es de la dictadura, eh). En Colombia, entre otros países, ya hay una ley de la convergencia tecnológica.
Me contaban estos días que en Satellite 2011 (la reunión anual de la industria en Washington) uno de las polémicas más grandes pasó por este dilema: si la crema del negocio se la van a llevar los productores de contenidos, ¿Quién invertirá en infraestructura para poder transportarlos? Algunos prevén un colapso de las redes que cambie el paradigma.
En fin, todos estos ejemplos vienen a cuento a partir de lo que parece ser la reedición de un antiguo dilema del sector de las telecomunicaciones, la tecnología, los medios y el entretenimiento: ¿transportar o producir los contenidos? Y si se hacen ambas cosas ¿cómo se regula?
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