Dos redacciones que se aplanan y se interesan en una agenda más actual

7 04 2011

Siempre me llamó la atención lo “raras” que pueden ser las redacciones on line de diarios tradicionales. Mientras el mundo digital tiende desde siempre a la horizontalidad, la interdisciplinariedad y el trabajo colaborativo, las redacciones on line tomaron de los diarios su estructura hiperjerárquica y la extrema compartimentalización de los temas. Alguna opinión expresé sobre el tema cuando participé de un congreso porteño sobre educación.

La semana pasada estuve en Londres (una ciudad impresionante) porque el gobierno británico invitó a varios medios latinoamericanos a “descubrir” el renovado interés de ese país por nuestra región. En ese contexto, visité las redacciones de The Guardian y The Economist y me llevé dos gratas sorpresas: la horizontalidad con jerarquías y el creciente interés por lo que muchos llaman una «nueva agenda», más cerca de las tendencias sociales y las preocupaciones de la época.

En The Guardian, las reuniones de temas son completamente abiertas a todos los que tengan algo que decir o alguna responsabilidad que cumplir. Pero además, lo interesante es el escenario. No hay una mesa larga, como es habitual, sino una doble hilera de sillones (como en gradas) con una larga mesa ratona en el medio. Se parece más al living de una casa (de familia numerosa, si quieren) que a un microcine o a una sala de reuniones con una gran mesa a la que se sientan pocos.

The Guardian (y su versión dominical The Observer), un diario de referencia global, es innovador también por su forma de propiedad (aunque esto no es nada nuevo): es controlado por una suerte de fideicomiso cuyo objetivo fundacional es mantener la independencia del periódico y sus empresas periodísticas vinculadas. Un modelo único en el Reino Unido y tal vez en el mundo.

Entre otras cosas «llamativas» (interesantísimas) que me traje del Viejo Mundo hay una que sobresale: The Guardian tiene una sección específica dedicada al Medio Ambiente (hasta ahí, nada guau) en la que trabajan ¡doce periodistas! Y esa mirada medioambiental no tiene que ver con la militancia verde sino con la cobertura de una agenda compleja que va desde aspectos económicos (como el mercado de bonos de carbono o la generación de energía limpia) a las relaciones internacionales (las cumbres de cambio climático) pasando por la política doméstica (que en Europa tiene a «los verdes» como actores destacados a la hora de formar gobiernos) y el impacto social de los problemas derivados del cambio climático. Alcanza con pegarle un vistazo a la pestaña Enviroment para darse cuenta. Y de paso, acercarse a la mirada amplia que el Guardian tiene sobre una serie de temas no siempre comprendidos (y por lo tanto, generalmente evitados) por los medios tradicionales (cultura tecnológica, nuevos estilos de vida, etc.).

Según nos relató Fiona Harvey, periodista especializada en Medio Ambiente de The Guardian, la sección on line tiene entre 4 y 5 millones de usuarios por mes, un 40% del Reino Unido, 25% de Estados Unidos, 20% del resto de Europa. «Son lectores muy internacionales», dijo Harvey. El diario vende en días de semana unos 300.000 ejemplares que suben a 500.000 los domingos. En comparación con otros diarios británicos, el Guardian tiene la sección medioambiental más importante en espacio y recursos humanos. La cantidad de periodistas dedicados a esta temática en los otros diarios refleja el siguiente conteo: The Independent, 3; The Times, 3 o 4; Financial Times, 1, The Thelegraph, 1. El Guardian publica entre 10 y 12 artículos sobre medio ambiente por día.

Es importante decir que este prestigioso (y exitoso) periódico le asigna importancia a temas de la nueva agenda sin perder de vista asuntos que son parte de su tradición (algo internamente muy valorado) y por lo tanto de su ADN, como la educación. En la redacción del diario en Londres, hay un par de oficinas destinadas a su Education Center, un espacio de relacionamiento que el diario tiene con docentes y estudiantes. Tradicionalmente, el diario ha encontrado en esos segmentos una base importante de su audiencia.

Respecto de la horizontalización (sin desjerarquización) lo que hace The Economist (la revista global más exitosa del momento) es todavía más interesante. Las típicas reuniones de temas/pauta que cualquier medio tiene entre sus rutinas productivas se realizan en la oficina del director. Allí, sentados donde puedan pero generalmente en el piso, se reúnen entre las 50 a 60 personas que integran la redacción. Todos los que quieran, dan su opinión. El encuentro dura entre una y dos horas. ¿Y el director qué hace?, le preguntamos a Dan Rosenheck, que nos recibió en el edificio corporativo de la editorial. «Escucha», nos respondió. «Y después toma sus decisiones», completó. Es una dictadura pero una «dictadura consultativa».

Rosenheck fue corresponsal de New York Times en América latina, y luego en México y América Central para The Economist. Ahora edita las páginas y la web que esa revista dedica a América latina, donde la publicación vende 16.000 de su circulación de 1,4 millón de ejemplares (800.000 en Estados Unidos, 150.000 en Gran Bretaña, 200.000 en el resto de Europa y 100.000 en Asia). «Siempre encontramos algo para criticar, aunque apoyamos a Cameron en la campaña, apoyamos su presupuesto y la idea de reducir el tamaño del gobierno», contó el periodista. El 49% de las acciones del Grupo The Economist están en poder de Financial Times (grupo Pearson), pero esos papeles no dan derecho a voto.

The Economist también tiene una agenda más del tercer milenio y no tanto del segundo. Por eso, aunque es una publicación económica, sus artículos sobre ciencia, tecnología y cultura son muy cotizados. Algo por el estilo sucede, a mi criterio, con The Wall Street Journal.

En estos días conocí otras dos interesantes características de The Economist. Como es sabido, en esta revista las notas no llevan firma («Es un trabajo colectivo que hacen redactores y editores, y en definitiva el resultado es una interpretación de la redacción de la revista», nos explicaron en Londres). Pero a pesar de la ausencia de «firmas ilustres», el Economist destina algunas páginas una vez al año a destacar «los libros de nuestro redacción». Sí, sus periodistas no tienen firma, pero cuando publican un libro, la revista lo destaca con orgullo. Otra anécdota que no pude chequear y que suena muy buena para ser verdad afirma que en Economist todos los periodistas tienen «un día de lectura». Había escuchado «día por enfermedad» o «día por examen», pero no eso de «día de lectura». Efectivamente, la empresa paga un día de sueldo a cambio de que sus periodistas lean. ¿Y si no cuándo?


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2 responses

13 09 2011
Sin horario ni oficina ni jefe ni mail, la nueva forma de trabajar ¿sin estructura? « Latin American Media & Entertainment Observatory

[…] Como a todos, algunas cosas no me gustan de mi trabajo. Entre ellas, la forma organizacional (que -aclaro- alcanza a todo el sector, más allá de una empresa concreta). Es más, alguna cosa ya publiqué aquí sobre organizaciones hiperjerárquicas, la búsqueda de la horizontalidad e interdisciplinariedad, y sobre las redacciones que se aplanan. […]

3 10 2011
10 links sobre medios, entretenimiento, innovación y libros electrónicos | Organización de la Empresa Informativa

[…] Reconfiguración de redacciones/ cambio organizacional: https://mediaandentertainmentobservatory.wordpress.com/2011/04/07/dos-redacciones-que-se-aplanan-y-se… -34.581828 -58.393787 LD_AddCustomAttr("AdOpt", "1"); LD_AddCustomAttr("Origin", "other"); […]

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